Cuando damos una mirada con el rabillo del ojo al espectro político nacional, (si con el rabillo del ojo) mirarlo en el cuadro completo produce arcadas, notamos algo que ya los analistas de este sector ambiguo e impredecible de la sociedad peruana habían señalado, por no agregarle el sino de despreciable que llega a una plena atomización ¿O deberíamos decir balcanización?
La atomización implica una dispersión de componentes, un elemento que ante una fuerza impulsora se dispersa, pierde cohesión, esto fue señalado por varios estudiosos a principios de este año en el preámbulo de las elecciones congresales, algunos atribuyen esto al plebiscito impulsado desde el ejecutivo y el cierre del congreso anterior por el gobierno de Vizcarra, alegando una situación fáctica que la historia y los estudios determinarán para la posteridad, lo que si es cierto es que un congreso desvirtuado, y con casi o nada de simpatía de parte de la población que con o sin razón empujó el cierre total de congreso dominado por la bancada fujimorista, el balance político nos ha mostrado que la correlación de fuerzas ha cambiado, ya sea por estrategia, ya sea por falta de punche en este caso de la agrupación naranja. Pareciera que se habla poco o casi nada del accionar de esta agrupación, repito puede ser por alguna de esas dos razones, la primera se respalda en los mensajes casi oníricos de su lideresa que mantiene un perfil bajo hasta la fecha y la segunda en decisiones que no parecen colegiadas y las desavenencias no se han hecho esperar.
Los mesurados
Los que aprovecharon del “momentum” fue Acción Popular y el Frepap, el primero ha ido perdiendo su capital político por acciones nada ortodoxas de los miembros el congreso, del mismo presidente del Congreso Merino de muy baja estima por la población, Burga con mensajes incoherentes y hasta neófitos congresistas como Franco Salinas que actúa como un irreverente troll en Twitter y parece haber encontrado en Vizcarra su obsesión, por el contrario, agrupaciones como las del partido Morado, Frepap y hasta Somos Perú han jugado la carta de la mesura y el no apresurarse como una forma sencilla de no perder adeptos, no voy a hablar por todos, pero si hay un grueso importante de la población que está atenta a los quehaceres del congreso, y un repudio abierto a cualquier signo de aprovechamiento político como lo fue en el pasado el de Mulder, el de Víctor Andrés García Belaúnde, el de Sheput y ahora de personajes como el de Chehade, Luna y Cecilia García, el neo populismo en acción.
Las elecciones si no procede esta vacancia u otras en el futuro se desarrollarán en abril del próximo año, pero tenemos otro panorama bastante parecido con la balcanización de los partidos políticos, el sistema de partidos está devaluado, cada uno hace como en la cachina, informalidad política, club de seguidores, reinado de la simpatía, pero la participación ciudadana en la elección de sus cuadros pareciera más una imagen para la foto y no un compromiso para mejorar en este sentido. Las maquinarias electorales se pondrán en funcionamiento, el botín es muy apetitoso, todos quieren ser presidentes del Perú, todos quieren ser congresistas, presidentes regionales, alcaldes, sin un plan claro ni consistente, con las propuestas más descabelladas e incoherentes, el panorama en el estrato congresal es parecido, aquí hay de todo como en mercadillo. Como lo mencionaba en un artículo a principios de año Sebastian Grundberger de la Fundación Konrad Adenauer, partidos políticos sin clara afiliación ideológica.

Panorama incierto
¿Adónde nos lleva este panorama? Es imposible un análisis aun para los más concienzudos analistas, todo un reto para el elector, es clarísimo que estas elecciones se decantarán por el menos malo nuevamente y no por las mejores propuestas, todo este síndrome desborda hasta en el sistema de elecciones provinciales, donde a la falta de reglas claras del sistema político y partidista por parte del estado, se rematan las candidaturas al mejor postor, como lo que sucedió en Paita y en otras regiones, donde se agrupan en razón de sus intereses particulares y no el del bien común, de ahí es que salten a la palestra personajes advenedizos sin vocación alguna de servicio, sin congregar a los mejores cuadros sino a los que mejor se acomodan a sus intereses espurios. Los puestos de elección popular son el botín de nuestra mal llamada modernidad, Paita ha sido uno de los lugares más afectados por estos abortos de políticas estatales, donde el progreso y calidad de vida se quedan en la siempre centralista Lima y las migajas en lugares como el nuestro que a pesar de todo aporta al erario y progreso del país, no obstante, aparecemos como el furgón de cola de nuestra misma región.
Aún tenemos poco más de dos años para sobrepasar esta maledicencia de administración local que parece evocar todos los males que una sociedad debe evitar como lo son el clientelismo político, desdén por las mejoras en la calidad de vida de la comunidad, no se diga nada de la cultura, pésimas formas y actitudes del cargo, entorno elitista y oscuro de los manejos de los dineros públicos, malos manejos evidenciados, secretismo y hostigamiento a personas adversas a las políticas locales, manejo tendencioso de la prensa local, pagada con dineros públicos, todos los males de la sociedad reflejados en nuestra pequeña provincia.
Los ganadores de la contienda no tienen seguimiento ni fiscalización de su agrupación política, están a la libre, como si el que pagara tuviera siempre la razón y no estuviera sujeto a ningún tipo de control, ¿Ustedes creen que Acción Popular hace siquiera un llamado de atención a los constantes desaciertos del alcalde?, tal cual, en el congreso, en las diferentes bancadas es notoria la desunión partidaria y los votos dispares en los diferentes temas de interés nacional lo han mostrado así.
¿Qué futuro se avizora de aquí a 6 meses para las próximas elecciones?, pues uno frágil, sombrío, repito ya no será un asunto de una mejor propuesta, ni de un proyecto político consistente o maduro, nuestro destino cercano será mientras no se haga una reforma política verdadera el de incertidumbre, ciertamente un destino endeble y poco promisorio, tan endeble como nuestro pestilente zanjón y tan promisorio como la bonanza económica de un personaje de poca monta.