Cuando usted como individuo toma una decisión a nivel personal, ¿necesita el aval o la aprobación de los demás para proceder?
Cuando usted decide inclinarse políticamente hacia un candidato a cargos públicos, ¿necesita el apoyo de alguien más para decidirse?
Cuando usted se encuentra frente a la urna, ¿sale a preguntar a los demás por quién votar?
Hago estas preguntas porque he notado que hay cierta tendencia entre “supuestos” actores políticos o “influencers” de la política local que, pareciera, actúan más en razón de su entorno cibernético en las redes sociales, que con la responsabilidad que su supuesta experiencia demanda. Pero ya casi no sorprende ver a diario esta degradación implícita en esta modalidad. ¿Cuál será la intención de estas actitudes sabiendo que no son nada serias ni dignas de imitar?
¿Sería de recibo intentar apoyar a un candidato y a la vez aparentar un peso político donde no lo existe? ¿Es acaso una forma poco sutil de subirse al carro de un posible ganador? En lo particular, no me sorprende ver estas actitudes en nuestra provincia, tampoco en la región y menos a nivel nacional. La madurez política está intrínsecamente ligada a la educación, al entendimiento de las formas y maneras, pero en nuestro medio se dejan de lado, como lo vemos a diario. El tema de fondo es entender cuántos ciudadanos están subliminalmente influenciados por estas acciones, o cuántos no se dejan sorprender por lo burdo de estas publicaciones.
Amén del populismo exacerbado que practican algunos candidatos -y muy propio en las cercanías a estas justas electorales- debemos sumar a esto la adulación, sobonería complaciente y por demás conveniente que yo, a esta edad, la tildo de “chupabolismo” para diferenciarlo del “jalabolismo”, expresión usada en Venezuela para exponer a aquellos sobones y aduladores convenidos. Éstos pululan en las redes para chorrearse ante uno y otro candidato, llevando al extremo la desvergüenza de ofrecerse de esquina en esquina con sus devaneos baratos ante la inminencia de un ganador.
Siempre he creído que, escoger una opción política, es algo muy personal; y si bien uno puede expresar públicamente su apoyo a tal o cual candidato, no solo es de mal gusto sino irrespetuoso, pensar que pueda influenciar en el pensamiento de los demás, señalándole el camino a la urna y, en contraprestación, pedir una tajada del pastel de manera muy oportuna y facilista.
Esto hemos visto no solo en personajes que se precian (aunque no necesariamente se condice con la realidad) de tener un arrastre y seguidores que, ante un pequeño gesto, serán inducidos a seguir sus sugerencias; es decir, a votar por el candidato de su preferencia, inclusive, en participantes que saben no tienen opciones reales de ganar; y hoy los vemos lanzando besos y bendiciones a los candidatos con mayores posibilidades.
No sabemos si los diferentes aspirantes al sillón municipal son conscientes de estas prácticas, imagino que quienes mueven los hilos en sus propias campañas no les preocupa lo que para ellos podría parecer una minucia, y lo que realmente les motiva es meter en el mismo redil a todos sin distingo, sin importar el origen de estos personajes, mientras sumen votos en cantidad. Al parecer eso es lo importante y no las formas. Repito: ¿Serán los candidatos lo suficientemente perspicaces para notar estos “quiebres” y movimientos de cadera de estas cortesanas electorales?
Muchos “comunicadores” no están exentos de estas movidas; pero dedicarle una línea más a ellos sería muy cansado y repetitivo porque el paiteño bien informado ya los conoce. Así que no se rasguen las vestiduras.
En Paita, en lo particular, hemos visto ciertos personajes que se arrogan de la boca para afuera un deleznable liderazgo, cuando en la realidad, son simples oportunistas de movimientos electorales. Sus acciones los delatan.
Su pedigüeñismo los muestra tal cual. Sin el menor recato ni vergüenza impulsan candidaturas de personajes casi delincuenciales erigiéndose en campeones de un bien ganado título de “chupabolismo”, y codeándose con oscuros predadores políticos.
Nunca he pretendido, ni ser oráculo, ni analista político, solo expongo mis pensamientos; pero tengo la impresión compartida con algunos conocidos, que esta elección será disputada en su tramo final por dos candidatos: uno joven y el otro no tanto; uno que presume de sus estudios y el otro que aduce mesura, buen tino y experiencia como líder comunitario. ¿A quién favorecerá el electorado local? Difícil respuesta. Lo que sí es seguro, es que, de mi parte, en estas líneas, ni por asomo, deslizaré un comercial o apoyo solapado. Eso está para los campeones del “chupabolismo”. Y de estos personajes, ¡líbranos, señor!
Paiteños, mi recomendación siempre será informarse y analizar el accionar pasado de aquellos que llegan como mansos corderos para luego sacar la garra de lobo. No nos dejemos embaucar por la lisonja ni la promesa fácil y, sobre todo, decidamos nosotros mismos. No nos dejemos llevar por pseudo influencers ni remedos de líderes. Nuestro voto tiene más valor con nuestra propia decisión.
La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria.
Voltaire