Debo, pero no quiero.
Terca es la mañana que insiste en llegar
con la amarga monotonía de descorrer las cortinas.
No es que sea bienvenida, es pura aceptación,
sin permiso el día se transmuta en noche,
se invierte la rutina matinal, convertida en resignación
y nos acercamos más y más, paso a paso, casi de puntillas.
Tan fácil fue encontrarle sentido
y finalmente entendimos nuestra vida
en un abrir y cerrar de cortinas, en un silencioso clic
al final será solo eso, un momento callado y oscuro.
Un parpadeo leve.
Luego el silencio y luego la nada.
Tengo, pero no quiero.