A raíz de una publicación del diario Correo sobre el accionar de la Policía de la División de Investigación de Delitos de Alta Tecnología en Ica, donde desbarataron una red de troles y ataques cibernéticos y por el delito de coacción en agravio de Mónica Margot Guillen Tuamana, y siendo una práctica perversa, pero de uso común en nuestro medio es que da pie a este pequeño artículo. (Este artículo fue publicado hace dos años aproximadamente)
Los Antífilos contemporáneos
Nuciano de Samosata en uno de sus “Diálogos” nos cuenta la historia de una intriga que se urdió sobre el pintor Apeles, quien fue acusado falsamente por otro pintor, Antifilos, de promover una revuelta contra el rey Ptolomeo IV, todo ello movido por la envidia. El caso es que Apeles fue encarcelado, y después ya aclarada la situación, quedó en libertad y el rey Ptolomeo, como recompensa, le concedió a Antifilos como esclavo a Apeles. En nuestra provincia tenemos a muchos de estos emuladores aplicando intriga y desinformación por doquier.
Lo que realmente es un trol
Según Wikipedia en la jerga de Internet, un trol, en plural troles (del noruego troll), describe a una persona con identidad desconocida que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como pueden ser un foro de discusión, sala de chat, comentarios de blog, o similar, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión) o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí. Según la Universidad de Indiana son una comunidad en aumento.
El trol puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás. Un trol es un individuo que publica falsas acusaciones o comentarios calumniosos en las redes sociales para promover una causa o acosar a alguien. El anonimato permite a la gente decir cosas que no diría en persona, con el fin de generar fuertes reacciones en muchas de ellas de tipo negativo (Ziff Davis Publishing Holdings Inc, 2009).
También un trol, troles en plural, puede implantar mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, mentiras embarazosas o difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás.
Si bien un trol puede ser un individuo específico, real, que puede ser gracioso o “flamer”, también existen aquellos perfiles que son creados en masa, es decir usuarios apócrifos o ficticios de los cuales se valen los troles (generalmente en Facebook o Twitter) con el fin de instalar o manipular conversaciones en las comunidades digitales. Tienen como objetivo burlarse, criticar, hacer comentarios soeces sobre usuarios reales o acciones concretas.
Así, a través de diferentes cuentas falsas generan una especie de universos o ruido comunicacional entre la opinión pública. Estos troles generalmente están concentrados en lo que hoy se denomina como un centro de troles (“troll center” en inglés), es decir un grupo de usuarios organizados que tienen como finalidad instalar conversaciones o temas dentro de las comunidades digitales. Inyectar información dentro de los procesos comunicacionales en las redes sociales. Por tanto, para que un centro como estos funcione deben manejar mucha información verídica, que no necesariamente debe ser de conocimiento público, conseguir y cruzar información; pero también deben ser individuos creativos en la generación de contenidos e incluso faltar a la ética con temas en los que pueda construirse información falsa que colinde con la difamación.
Dicho esto, asumimos el manejo de troles desde el interior del ente municipal, cuando vemos a esos troles manejar información fresca, fidedigna y que no está al alcance del ciudadano común no es alejado de la realidad afirmar que trabajan en perfecta mancuerna cuando de defender sus intereses particulares.
Un Hater
Aunque puede resultar difícil separar al usuario indignado o que realiza una crítica honesta del troll, la máxima de este último es que no busca una solución a un problema, sino trastornar el funcionamiento de la comunidad o de algunos de sus miembros. La principal motivación de un troll suele ser la búsqueda de atención, por lo que la mejor forma de atajar este tipo de comportamientos es ignorándolos. En la mayoría de los casos -aunque no siempre- los trolls se amparan en el anonimato que permiten las redes sociales y los perfiles de usuario en los comentarios de foros, blogs o páginas web, para llevar a cabo sus acciones.
Los troles al mejor postor
Los espacios virtuales donde abundan los troles son Facebook y Twitter, a esto se suma que el anonimato en las redes sociales ha generado la aparición de un ejército de valientes e indignados que destilan un odio gratuito bajo la aparente consigna de destruir a todo aquel que se atreva a cuestionar al Gobierno. ¿Cómo se consigue esto? Es tan simple como comprar el pan, pues en Internet abundan diversas páginas web donde ofrecen, por ejemplo, 25 mil seguidores por USD 225. Esto es utilizado por diferentes gobiernos en el mundo y por políticos y empresas que quieren aparentar una gran cantidad de seguidores.
En 2019, según un informe de Facebook, poco más de 400 millones de perfiles no correspondían con ninguna persona real. The New York Times reveló que 200 millones de cuentas falsas en Twitter son promocionadas o creadas por una empresa de marketing social llamada Devumi. Las cuentas parecen a simple vista personas reales, con fotografías y nombres completos y biografías auténticas. Sin embargo, muchas de esas cuentas son clonadas y han sido generadas recientemente.
Nuestros troles pata salada
En nuestro medio, en nuestra pequeña provincia son más artesanos en el tema, presumimos que con un coaching desde las oficinas de informática de quien está en el poder temporal, alecciona a su grupo de troles en atacar a quien disiente, piensa diferente o se opone a la insulsa administración municipal, esto no es exclusivo de nuestro entorno, es un mal heredado y práctica común en la corriente política perversa que rige el Perú, lo vemos a diario, hay troles escondidos bajo el puro anonimato, los hay quienes disfrazados de consultores, opinólogos destilan hiel y cicuta en aras de desestabilizar al gobierno de turno.
Justamente de esa política maliciosa y perversa citaremos algunos ejemplos como Fernando Rospigliosi (Rospulgoso) mote bien ganado en sus avatares periodísticos, está Jaime de Althaus, Federico Salazar y otros. El sesgo y diatriba gratuita en su máxima expresión. También tenemos a un congresista como Franco Salinas que se ha convertido en un consumado trol en Twitter, ni los políticos ni los troles van a evolucionar, ese pareciera ser el sino de estos Antifilos contemporáneos.
En Paita no son tan “finuchis” y utilizan ya sea a algunos asalariados de la administración o a otros pagados que se dedican a tirar barro a cualquiera que se atrevan a cuestionar la labor del actual alcalde Teodoro Alvarado Alayo, un personaje sin formación política, sin un nivel que represente la investidura que ostenta por ahora.
Estos dizques troles, no tienen reparo en atacar la honorabilidad de cualquier ciudadano, se arrogan la representación y hablan en nombre de la autoridad.
Hay ciertas cosas que llaman a sospecha, por ejemplo, algunos hablan con el argot habitual de los burócratas municipales, eso nos dice más o menos el ambiente en que se mueven, no son muy finos en cuanto a ortografía se refiere, por lo consiguiente apelan al uso de mayúsculas para soslayar su incapacidad en el tema, usualmente pululan en sitios de Facebook como Paiteños y Paiteñas en red, donde no existe control o moderación alguna.
La popularidad de su patrón es tan baja, que los usuarios ni les contestan y brillan por su falta de argumentos y su fuerte es el insulto y ataque de poca monta contra todo lo que no sea del agrado del alcalde de turno.
Ocasionalmente, aparecen troles del bando opuesto que intentan contrarrestar las intentonas de este grupúsculo, pero sin mucho éxito, hemos visto ataques a políticos, personalidades, periodistas independientes, hasta ciudadanos por el solo hecho de disentir y expresar su descontento, a eso tendríamos que sumarle los mal llamados “comunicadores” o pseudo periodistas, que curiosamente miran hacia otro lado de manera muy conveniente, o se desentienden de estos temas habida cuenta de su relación contractual (pero a mi entender ilícita y mucho más amoral) con la municipalidad y el titular de la misma, o por su relación amical con el pagador, precisamente con el que les suministra los cheques.
Cuenta Jean-Marie Domenech en el clásico “La propaganda política”, que Joseph Goebbels medía todo el tiempo la opinión pública, especialmente los rumores (equivalentes a las fake news del mundo digital). Para estudiarlos y combatirlos posteriormente.
La corrupción es rampante y sus tentáculos están enraizados en el aparato municipal sin duda alguna.
El público meta de estos mercenarios de las redes es tristemente el segmento menos informado y sumiso a la prebenda y el favor político, estos reciben ocasionalmente el favor desde las filas del oficialismo edil.
El futuro de estos oscuros personajes está circunscrito a estas redes en específico y no trascienden, su escasa autoestima no les permite ir más allá de esos linderos. Solamente divagan en los pantanos del oprobio y de la conveniencia de paga.