Pesca en el Paraíso
“..uno nunca debería regresar”
“William Faulkner”
El aire de la mañana era frío y chubascos se agruparon en el horizonte cuando salí de la timonera hacia el puente, hacía demasiado frío para la comodidad y me lloviznaban en la cara, pero un silueta familiar en la pantalla del radar había despertado viejos pensamientos y ahora quería ver si la imagen de la memoria coincidía con la realidad.
Luego, entre las nubes, surgieron las líneas claras de un cono cubierto de árboles, que se elevó de manera inconfundible directamente desde el mar, y sin pensarlo arrojé el grito del viejo pescador de tiburones a los dientes del viento.
“Silhouette dehors..!”

El Índico
Después de un año pescando en aguas internacionales del Océano Indico, alrededor de las Seychelles, lo hacíamos en un triangulo formado desde Mombassa al este, en la amplitud del Canal de Mozambique, costa este de África , el norte de Madagascar y el propio borde de las aguas jurisdiccionales de Seychelles, nuestro barco se había registrado y navegaba bajo la bandera de Mauricio, en un intento nada sutil de congraciarse con las autoridades de pesquería de la isla quienes nunca picaron el anzuelo y siempre nos negaron el permiso para faenar en aguas jurisdiccionales, Heinz la empresa era en parte propietaria del barco y los Seychelenses no querían nada con los gringos. Punto.
En uno de nuestros últimos viajes sufrimos una baja que siempre nos debe recordar a quienes se mantienen en la pesca que es uno de los oficios mas peligrosos, bien decía el estudioso Michael K. Orbach: “Almost everything about tuna fishing is dangerous.” (“Casi todo sobre la pesca del atún es peligroso”).
120 millas noreste de Mayotte, 5.30 de la tarde, la tarde sin novedad, casi podíamos vaticinar una noche tranquila, pero el aviso del mirador sobre la repentina aparición de una brisa hizo que el capitán subiera a la cofa, antes de hacerlo nos indicó ponernos en modo Stand By, . es decir listos para largar, algunos de los tripulantes conversábamos en la cubierta esperando la orden de cerrar binoculares para irnos a duchar, los cambios de planes tomaron a todos por sorpresa, entre ellos a Camilo el ayudante de panga filipino, el chimbotano “Chino Borracho” ya se había marchado, Milan le puso mucha presión y se aburrió, el que tomó su puesto fue su anterior ayudante, Marion también filipino.
Ambos corren y trepan por la red, Camilo ayuda a levantar la orza y asegurarla en la proa, Marion hace el nudo falso, Milan pregunta: ¿Todo listo? El panguero hace el signo de OK, Camilo salta al interior pero va en sandalias, grave error.
Ya en la cofa, Rudy bajó por la jarcia, quedando solo en la caseta Milan que apura a todos a alistarse, empieza a dar instrucciones al navegador Vedran, el barco en posición y dio la orden:
-Mola,molaaa!… Spraviga, dritto, dritoo a medida que la red se despliega va modificando el rumbo.
– ¡Još malo, dajte još malo eleva la voz, mira hacía el centro de la red, aun falta. ¡ Pravo malo!
-¡ Jebo ti pas mater, ne vidim ribu!
No ve la brisa, el barco se va acercando a la panga, la velocidad se reduce, sigue mirando con detenimiento, de pronto por los altavoces se escucha una pequeña risa de alivio y una frase tranquilizadora. ¡ Pizda ti mater! riba je unutra!
El pescado está adentro!
Continuamos con el procedimiento usual , después de entregar los cables la panga sale por la popa antes que llegue el cable de la orza, yo estoy concentrado en los controles del winche, el tiempo no es malo, quizás algo de marejada pero dentro de lo normal, casi de pronto veo gente correr a la banda de estribor y el capitán gritando desde la cofa por los altavoces. ¡Ayúdalo! Apenas puedo observar el tumulto y el movimiento detrás del winche pero no podía dejar los controles.
La Desgracia
El panguero sin mucha experiencia previa se acercaba para dejar al ayudante por estribor, para que subiera y le alcanzara los tirantes para el remolque, un panguero experimentado se acerca con la proa y una vez que pega esta a la banda del barco, da un poco avante la maquina para mantener el skife pegado al barco y darle seguridad al ayudante en el momento de saltar al barco, Marion hizo todo lo contrario, llegó de costado y al hacer eso no tenía control del balance , cuando Camilo salta se sujeta del borde apoya el pie en el verduguete que va a lo largo del casco, pero su pie al usar sandalias, resbala y queda colgando en la borda , el panguero no tiene manera de controlar de forma rápida el skife, este con el balance golpea la pierna del filipino contra la estructura del barco y se la tritura por debajo de la rodilla, el joven se sujeta pero el daño ya estaba hecho, los compañeros alcanzan a sujetarlo antes que caiga al mar, lo ayudan a subir , sufre intenso dolor, no quiero pero tampoco puedo ver la escena, lo ingresan a un camarote grande en la proa, improvisan una cama en el piso, la tripulación esta furiosa, pues el capitán sigue con la maniobra, tuve que calmar a mas de uno, para poder continuar, terminamos de embarcar el pescado al promediar las 8 de la noche.

Dentro de la cabina el navegador Vedran le suministra una inyección de morfina a Camilo quien esta bajo fuertes sedantes, entreabre los ojos a veces, sus apesadumbrados compañeros están a su alrededor dándole animo y sorbos de agua para beber, la embarcación empieza a navegar a toda máquina, no sabemos donde, mas tarde subo al puente a la guardia, Vedran está en la sala de navegación trazando y comprobando el rumbo.
– ¿Dónde vamos Vedran?
– Vamos a Mayotte allá hay una base francesa, ya hablé con la oficina, lo dejamos y seguiremos pescando, no hay nada que podamos hacer, lo van a atender en el hospital de la isla.
El destacamento en Mayotte es uno de la Legión Extranjera francesa con sede en la isla, cerca de Madagascar. Es la unidad operativa más pequeña de la Legión Extranjera francesa. El papel principal del destacamento es mantener una presencia francesa en la región.
Amanece y todos estamos despiertos, el barco sigue avanzando, en el horizonte se delinea perfectamente la isla, reducimos la velocidad hasta que el barco se detiene, aparece poco a poco la silueta de una lancha de color blanca y franjas rojas, estamos inertes a la deriva, el mar está calmo, la lancha se acodera a nuestra banda de babor de manera muy suave.
Un francés alto y fornido de corte militar pero vestido de civil y otro mas que le acompaña suben a bordo con una bolsa de material plástico, sacan de ella algo que parece una balsa inflable, ingresan por el pasillo hasta la cabina de proa donde yace Camilo semiconsciente, ocasionalmente se queja, el para médico le toma el pulso, le administra suero y pregunta por la dosis de morfina anterior, le aplica otra adicional, usa una pequeña bomba de mano y empieza a inflar el artefacto que parecía un kayak, pero en realidad era una camilla, sin terminar de inflarla en su totalidad el francés pide ayuda y entre varios levantan al herido, este se queja , lo colocan al centro del inflable, lo acomodan, lleva su pierna derecha envuelta en una pieza de sabana y se notan las manchas oscuras y marrones de la sangre seca, proceden a terminar de inflar el artefacto, eso produce una inmovilización casi completa del herido sin agregar mas dolor pero con la firmeza para poder transportarlo, lo bajan con cuidado a la lancha, esta se separa y da la vuelta de regreso a la isla, se pierde tras la estela de blanca espuma que deja tras de si.
Los tripulantes filipinos mantienen fija la mirada consternada hasta que la lancha desaparece con su compañero herido.
Arrancamos máquina y regresamos a nuestra área de pesca. Al día siguiente supimos que le habían amputado la extremidad derecha por debajo de la rodilla, era obvio la desazón y tristeza al conocer la mala noticia y el sombrío futuro de Camilo, después de algún tiempo lo enviaron a Filipinas, escuché que recibió una indemnización y se compró con eso un Jeepney, un transporte colectivo muy popular en los suburbios de Manila, pero producto de la depresión cayó en el alcoholismo y dilapidó lo poco que tenía.
Noviembre de 1988, tenía planeado regresar con tiempo a casa para vacaciones y pasar en familia las navidades, ya tendría tiempo de hablar con Neville el administrador británico que había salido con nosotros ese viaje para ver de primera mano como operaba el barco, al final de la descarga se lo haría saber.