Es una preocupación casi permanente en el ciudadano paiteño no solo la idoneidad de los aspirantes a puestos en la administración pública, sino de su esencia democrática y ciudadana, es bajo esa premisa que ponemos en evidencia la laxitud ideológica, la precariedad del pensamiento y la ausencia de claridad en estos aspirantes, amén de la debilidad en la formación de los políticos locales todas estas carencias nos señalan con claridad los síntomas que afloraran, para desgracia nuestra en el futuro cercano postelectoral. Es previsible.
La mayoría por no decir la totalidad de ellos llegan a instancias de elección popular con incontables taras de procedimientos y actitudes que no se condicen con el correcto accionar y praxis de un político serio y creíble.
En este pequeño ensayo trataremos de tomar al vuelo algunas ideas que rondan nuestro pensamiento desde hace ya algún tiempo, habiendo sido testigo presencial y en otros casos alimentadas por la prolífica documentación que existe sobre esta especia peligrosa y endémica en que se ha convertido el político peruano en general y el político norteño en particular.
La unción del líder requiere de alguien que acepte la responsabilidad de llevar a cabo las acciones gubernamentales y posea las cualidades de que carecen sus seguidores: exitoso –en contraste con los fracasos anteriores– o víctima –cuando haya obstáculos infranqueables interpuestos por adversarios o enemigos. Anhelar convertirse en un líder político supone manejar una escala oportunista de valores, en la que el poder pasa a ser un valor en sí mismo. Los líderes que surgen por los márgenes del sistema político deben asumir un discurso de redención y un mandato de cambio social. Su llegada al poder expresa el descrédito de las instituciones representativas y la inexistencia de identidades políticas estables. Este es el marco conceptual en el que se ubica el liderazgo en el Perú.
FERNANDO TUESTA SOLDEVILLA (EL LIDERAZGO POLÍTICO EN EL PERÚ)
El político local (el paiteño) que es el eslabón más pobre de esa cadena corroída del quehacer partidario, un conglomerado dispar, incoherente y parecieran que se mantienen unidos solo por el engrudo de las ambiciones personales de quienes participan de los eventos proselitistas, algunos disimulan su deseo de protagonismo o de poder, otros ni eso hacen y adoptan casi de forma hereditaria las malas y deleznables prácticas que muy a pesar nuestro no son ni supervisadas, menos controladas por ningún órgano electoral, ni siquiera la aparición eventual de un “outsider” con la claridad de acción como para incitar al ejemplo por su manera diferente de hacer política y/o proselitismo en nuestra precarizada estructura social.
En nuestro entorno podríamos afirmar que el político vive de esa esencia acomodadiza, convenido si se quiere, su ideario político se activa exclusivamente cuando las campañas de elección popular se inician, por lo demás no ejercen ningún tipo de liderazgo a guisa de oposición en el quehacer del desarrollo de sus comunidades o en su área de influencia. Una vez terminada la contienda electoral recogen sus afiches, palos, arengas y proceden a mascullar o rumiar hasta la próxima campaña. ¿Pero ser oposición? No, y es que eso parece no producir réditos inmediatos, ese es el error constante e inequívoco de todos los que fallaron en la elección previa. Se les acaba la pólvora y como buenos norteños se aletargan bajo la sobra de un frondoso algarrobo hasta la próxima elección.
Ese no es la clase de compromiso ni activismo que deben tener para con su comunidad, ese es su pecado grave, confirma que son más electoreros que políticos serios.
Cada elección vemos como emergen candidatos que no detentan ningún tipo de méritos como para arrogarse algún tipo de representatividad, sino que justifican su presencia en el espectro político local basado unos en el ego propio, otros animados por grupos de poder, y en la creencia subjetiva de hacer mejor las cosas, no faltan los que en razón a sus actuaciones públicas, llamémosle locutores de radio, repartidores de prebendas, padrinos de equipos de futbol, algunos con liderazgo de “mentirita” otros u otras que intentan vivir de los réditos mal habidos del asistencialismo y que se mostraban como figura de la bondad y el regalo a costas del erario público. También hay quienes creen que su solo apellido es suficiente para arrastrar al electorado a sus pies, hay quienes prometen no mentirnos, pero sus acciones no se condicen con estas declaraciones ni con la ética inherente a esta, el variopinto panorama nos da una idea de como serán las próximas elecciones locales. ¿Tan apetecible es el sillón municipal?
La ambición por el poder de estos pseudo políticos dispara la atomización de las postulaciones lo que siempre devendrá en votar por el mal menor, si no es que la inyección de capitales en sus propias campañas no es suficiente, o sus sicarios bailarines no se acomiden en sus tareas, porque repito el liderazgo va a estar ausente en estas contiendas electorales, con planes de gobierno sin innovación, sin atacar el meollo del descontento de la población o al más puro estilo Acuña serán copias, plagios y nada de ideas nuevas.
¿Qué nos depara el porvenir a los paiteños con esta oferta electoral?
Usted los conoce a casi todos, tenemos “ratalanes” con experiencia, tozudos empresarios, “comunicadores”, advenedizos sin distingo de género, herederos plumíferos, con decaído respaldo, el menú es amplio, pero insulso, lo único apetecible es el cargo, y el poder que conlleva este. Los cuadros que lleve el ganador como miembros del consejo deben dar la talla, los paiteños ya están hartos de personajes “chicheñor” y “shakiros” que varios hay en la administración actual, queremos funcionarios probos y no atentos a sacar tajada de licitaciones, proyectos, que le hagan la vida más fácil al ciudadano y no que se conviertan en extorsionadores de saco y corbata. Usted, si, el ciudadano paiteño merece eso y mucho más.
La paradoja de la política paiteña es que siempre existe o creemos que hay esperanza a pesar de tanto inepto. ¿Habrá en quien persignarse?
En tiempos de prebendas y desprendimiento electoral recuerden siempre este sabio refrán:
Cuando la Limosna es grande, hasta el Santo desconfía