Es difícil escribir sobre periodismo o periodistas cuando uno no lo es y tampoco pretende serlo, dijo alguien por ahí “usted tiene un medio, pero no informa” con mucha razón, esa labor realmente no sé si corresponde al periodista o al reportero o a una simbiosis de estos dos, la labor del periodista es una contradicción constante y un apostolado puesto a prueba cada día, los vemos en la palestra pública cuestionando unos, contrastando y corroborando la información, otros se dicen “periodistas de conversación” hay de todo en el amplio, versátil, camaleónico y siempre cuestionado mundo del periodismo en el Perú. En un artículo escrito hace un poco más de tres años el periodista Renato Sandoval del diario Correo intenta auscultar el gremio y escribir sobre la labor y la de sus colegas.
Qué difícil es escribir de los periodistas cuando uno lo es. ¿Se puede ser menos objetivo que esto? Pero, créanme, nada es absolutamente objetivo -valga la redundancia- en el periodismo. Todos somos cuerpos con latidos y neuronas. En ese orden. Pero debemos escribir de nosotros y, como toda comisión, tenemos que cumplir con la tarea. ¿Y si en vez de halagarnos nosotros mismos -qué feo- metemos el dedo en la llaga? Tal vez comencemos por describir -como lo dijo mi amigo Tito Barreda- quiénes son o no periodistas y si ejercen periodismo o solo difunden opiniones interesadas. Están mimetizándose con la profesión y creen que coger un micrófono, salir en pantalla o escribir columnas los hace integrantes de la manada. Porque una cosa es ser un periodista conformista y otra, bien lejos, periodista bamba. Engañar al público no es una opción.
Cuanta certeza en sus palabras observando lo que vivimos hoy en día, muchas veces ponemos nuestros ojos y oídos en el “prime time” capitalino, y casi todos los que intentan dentro de la maraña de medios mantenerse informados, conocemos a un gran número de periodistas, algunos con carrera, algunos forjados en el reportaje y las redacciones, unos con gran cuido en las formas y trato, otros sin tapujos se develan tal cual son sin detrimento de su condición, la clase vs. la calle se podría afirmar, hay quienes encontraron un nicho en la vida ajena, otros que destacan en el periodismo de investigación, muchos últimamente de las noticias explosivas y con gran barullo, los hay quienes disfrutan de un trabajo analítico y alturado, los hay quienes casi orgásmicamente se exaltan, se regodean de sus gesticulaciones, de su dramatismo, y otros que con gran desparpajo apoyan a políticos desfasados en el disfraz del pluralismo político.
¿Algo de eso se ve en nuestro entorno?
Guardemos las distancias y pongamos las cosas en su lugar, sin formación, sin ética, con condescendencia y caricias de peluche, sin dejar de lado la deontología -dijeron por allí- cuando es justamente esa la confusión, pues el que cuestiona, el que es directo y sin rodeos, no pone para nada en entredicho la ética que trata de los deberes, especialmente de los que rigen actividades profesionales. Entonces no usemos la verborrea para disfrazar una falencia evidente.
A los periodistas que ejercen con rigurosidad su labor y que -hay que decirlo- pocos hay en nuestro medio, el más amplio de los reconocimientos, la cordura, la mesura y la probidad siempre serán el revestimiento y la armadura para profesionales en esta tan heroica pero a la vez vilipendiada profesión. Es clarísimo que existen aquellos a quienes este tipo de opiniones no les afecta en nada, miran hacía un lado, cierran sus ojos y sellan sus oídos con abundante cera como argonautas ante las iniquidades de nuestro entorno ciudadano.

La supervivencia en el medio ha hecho que se amanceben de manera abierta con quienes rigen para mala suerte o desgracia nuestra los destinos de Paita, mercaderes de la noticia, mucho ni profesionales son, pero se hacen llamar “comunicadores”. Estos no tienen idea alguna del daño que hacen a nuestra sociedad, manteniendo sumida a la población menos acuciosa en la sempiterna ignorancia.
¿Tenemos los peruanos y los paiteños ese espíritu de escepticismo y cuestionamiento de las informaciones que recibimos a diario? ¿Nos dejamos impresionar por cualquier “pichiruchi” con un micrófono o una filmadora en la mano? Sí. ¿Buscamos otras fuentes? Lamentablemente no, y no es que subestime lo que ya es evidente, lo vemos en las teorías adoptadas de conspiraciones, de antivacunas de “terraplanistas”, ¡Alan no está muerto!, o en la pureza de las intenciones de los congresistas de turno, ni que decir de sus desmesuradas actitudes por figurar.
En todo el Perú creo y muchos quizás compartiremos esta opinión en el sentido que para nuestro pesar funciona así, en unos lugares con más fuerza que en otros, el pagar por el enfoque benevolente de algunos advenedizos y su manejo de la noticia es moneda de uso común en nuestro medio, la banalización y la tugurización de los medios informativos siempre va a depender de la formación, de la calidad y probidad de quienes forman parte de ellos.
Aún recuerdo esas palabras “usted tiene un medio, pero no informa” soy consciente de esa verdad de perogrullo, pero mientras sin serlo escribo en plena libertad y abordo temas que estos “periodistas” ni por asomo tocan, por el contrario, su trabajo “cliché” es un “tour” diario sobre las acciones de un alcalde venido a menos y el desborde de las aguas pestilentes del zanjón.
Este servidor nunca se ha considerado ni comunicador, ni periodista, ni personaje público, siempre lo he dicho, pero lo que he defendido a capa y espada es el hecho de considerarme un ciudadano en pleno uso de sus facultades y de sus libertades y sobre todo de la independencia en mis opiniones, como la de expresarse, sin que nadie cuestione ese derecho, de pronto por allí sale algún despistado pretendiendo bajarle el piso a lo que publicamos, pero -nuevamente lo repito- al no deberle a nadie no hay motivo ni razón para cobrarle nada a este ex-pescador.
Las grandes alamedas
El propósito principal del periodismo es o más bien debería ser proporcionarles a los ciudadanos, información veraz y oportuna para hacer valer sus derechos ante la sociedad, contrariamente en Paita (siempre con las excepciones notorias) es figurar, despotricar de quien no te da el peaje, el diezmo, el óbolo, la contribución, la propina y si es bajo el padrinazgo y la bendición de tu compadre doblemente mejor.
Confío que algún día y tomo estas palabras de Allende que más allá de la figura ideológica que representa, son poéticas y visionarias, espero que premonitorias también, por lo consiguiente no me puedo abstraer de compartirla con ustedes.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
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