Recientemente y ante el comentado incremento de los casos en la región Piura, la Municipalidad Provincial de Paita, sacó del cajón de herramientas su ya consabida y trillada fumigación de las calles, sobre la cual está demostrado de manera fehaciente y hasta la saciedad la ineficacia de esta manoseada medida, por cierto, muy a tono de quienes apelan a su uso.
En abril del 2020, es decir hace 19 meses las autoridades londinenses decidieron cerrar Brockwell Park un conocido y frecuentado parque de la capital británica, en el entendido de que una reciente congregación de 3,000 personas podría -debido a un supuesto hacinamiento- incidir sobre las cifras de infectados, caso que se repitió a lo largo y ancho del globo, Perú no fue la excepción y en Paita fue tan fugaz como la eficiencia de sus funcionarios ediles.
El simbolismo del cierre de parques alrededor del mundo, además de sentar algún aire autoritario, respondía al parecer primero al absoluto desconocimiento sobre el manejo de esta pandemia, muchas autoridades sacudieron su inventiva y otros se dedicaron a imitar, unos con un afán de precaución y otros para vendernos esa narrativa de eficiencia, pero sin la menor duda la de una falsa seguridad y que persiste hasta la actualidad.
En nuestra provincia, no tiene mucho significado, los parques son reductos cuadrados, faltos de espacios reales para el esparcimiento, desprovistos de campos verdes y follaje, son solo una invitación a acrecentar las posaderas y al chismorreo propio de la idiosincrasia norteña.
Las actividades al aire libre son beneficiosas para la salud, y el esparcimiento propio de estas son de gran valor para la salud mental, a todo esto tenemos claro que la transmisión del virus es a través del aire con el condicionante de la presencia de personas afectadas o portadoras de este virus en un ambiente lo suficientemente cercano como para que la transmisión se haga efectiva.
¿Es el virus transmisible a través del contacto?
Emanuel Goldman un microbiólogo de la Facultad de Medicina de Rutgers New Jersey en Newark, decidió examinar más de cerca la evidencia en torno a los fómites (vectores pasivos). Lo que encontró fue que había poco para apoyar la idea de que el SARS-CoV-2 pasa de una persona a otra a través de superficies contaminadas. Escribió un comentario mordaz para el diario “The Lancet Infectious Diseases” en julio, argumentando que las superficies presentaban relativamente poco riesgo de transmitir el virus.
Ya en sus recomendaciones de marzo de 2020, el ECDC (Centro Europeo para control de enfermedades) solo aconsejaba limpiar puntos especialmente manoseados, como pomos, interruptores, pasamanos y botones de ascensor, mientras por las calles el ejército ya fumigaba bancos y aceras al aire libre. La científica Teresa Moreno, del IDAEA-CSIC, analizó la presencia del coronavirus en las barras y botones del metro y los autobuses de Barcelona en los meses de mayo y junio. “En aquel momento la gente pensaba que el contagio se daba más por superficies”, recuerda, pero también tomaron muestras de aire porque es su especialidad. Encontraron trazas del virus en ambos elementos, pero se trataba de fragmentos que no tenían capacidad de infectar. “En el aire encontramos niveles bajos, y era de cuando la gente no llevaba mascarilla, por lo que no parece un foco de infección; yo uso el transporte público y no siento que vaya en un sitio peligroso”, señaló Moreno.
“La pulverización de desinfectantes no se recomienda debido a la falta de efectividad y posibles daños al medio ambiente y seres humanos”
Centro Europeo para el Control de Enfermedades
Hay otros escenarios y para estos existen medidas importantes que tomar y no se ha hecho, sin embargo, se han inventado o sacado de la manga para tranquilidad de nuestra sociedad incauta y poco recelosa, en su momento la salida de ciudadanos por género, la falta de directrices en sitios de alta carga de usuarios como son los bancos de la parte baja de la ciudad, y el más teatral y efectista de todos, la fumigación de calles con empleados vestidos como si de la estación espacial se tratara, pero que al final en nada previene y no tiene incidencia positiva en el control de la enfermedad.
El teatro
El teatro de la pandemia es tal que los directores simplemente se dedican a ejecutar un libreto preconcebido que hace, por otra parte, que los nada acuciosos ciudadanos terminen rogando por los servicios de fumigación de su barrio o asentamiento humano, sin saber que esto en nada les favorece y más bien alimentan aún más la falacia que es nutrida por las autoridades locales.
Solo les hago la siguiente pregunta, si así fuera de efectivo ¿Se imaginan como es que esto no se realiza en megápolis como Lima, Ciudad de México Bombay? Fumigar las calles para mantener esta sin razón, es reflejo de la poca capacidad de discernimiento y sentido común de quienes aun lamentablemente siguen manejando los destinos de nuestra provincia.
Entre las primeras medidas que se tomaron al inicio de la crisis sanitaria y poniendo en evidencia la poca utilidad de estas, recientemente el Ministerio de Salud (Minsa) eliminará el control de la temperatura y la limpieza de zapatos como requisitos para ingresar a espacios públicos, por ejemplo, establecimientos comerciales.
No puedo menos que recordar que en los inicios de la pandemia del Grupo Fuerza Paita se impulsaba con ahínco estos recorridos de desinfección y ante lo cual siempre mostré mis reservas del caso, en su momento se estableció casi una competencia por ser quien primero fumigaba ganándole la mano en algunos casos a la misma Municipalidad porteña, lo cual no evita recalcar sobre su futilidad, pero si el buen aprovechamiento mediático que se sigue haciendo de este tema.
En resumen y en lenguaje simple, la fumigación no aporta nada, si bien puede ser barata, es efectista y siempre utiliza fondos públicos que bien puede ser usados en apartados más importantes y con resultados tangibles.
Usted ciudadano, siga empleando con tino su mascarilla en lugares públicos y no se deje impresionar por la alharaca de esas fumigaciones fútiles e inútiles.